LO QUE SE SIEMBRA

Esa relación ya no empezaba bien, su primera cita y ya lo había fastidiado quedando a las diez de la mañana, cuando el no madrugaba nunca tanto. Menuda idea tan mala. Pero haría el esfuerzo, esa chica le gustaba realmente, y estaba dispuesto a dejar de lado algún caprichito, solo por ella.
Se levanto vestido, siempre lo hacía, menos los miércoles y domingos que se cambiaba de ropa, pero era martes y ya tenía una cosa menos que hacer.
Entro en el cuarto de baño, se sentía muy orgulloso por lo ordenado y limpio que estaba todo; su madre hacía una semana que lo había dejado nuevo, y ya lo decía él, “no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia”.
Saco un botellín de whisky que tenía en un armario que utilizaba para guardar trastos, se echo un buche a la boca y escupió en la pica del lavabo, salpicando todo el cristal.
Lleno sus manos de colonia “nenuco” (era la única que le gustaba) y emborracho su pelo, su ropa, las axilas, e incluso volcó unos centilitros, dentro de sus calzoncillos, que le provocaron un escozor que hizo que soltase un par de gritos.
Cuando bajo a la calle se coloco las gafas de sol, para que los rayos del sol, no le destrozasen la vista. Nunca salía hasta que el sol no se hubiera escondido, y la mala ostia se estaba adueñando de él, demasiado estaba haciendo por una chica.
Paro en el tasca que tenía debajo de casa, necesitaba alguna ayuda, para acudir a su cita.
-Hombre Josete, venditos los ojos que te ven a estas horas- Dijo Ángel, el dueño del bar.
-Ya tío, hazme una foto, porque no me vas a ver más- le contestó - Ponme un carajillo de anís del mono.
Después de tomárselo, pidió otro, el alcohol siempre le daba seguridad en si mismo, y quería impresionar a aquella chica.
-Josete, ¿no serás tu el que apesta a colonia de crío, no?- dijo Ángel, tapándose la nariz y poniendo cara de asco.
-No me jodas Ángel, que es muy temprano.- Miró el reloj, llegaba media hora tarde, así que se dio la vuelta y se marchó- Luego me paso para pagarte,¡y deja de echar ambientador cabrón, que no huele tan mal!
Había quedado en una cafetería que no le quedaba muy lejos de su casa. Por fin la iba a conocer en persona, después de dos semanas que llevaba chateando con ella. Esa página para encontrar pareja había dado sus frutos, y esa chica le había llegado al corazón, nada más verla.
Cuando llego a la cafetería vio que estaba vacía, en ninguna mesa había nadie, Tan solo una señora mayor que estaba tomándose un cortado en la barra.
Se acerco a la barra y le preguntó a la camarera.
-Perdona, ¿Sabes si ha estado aquí una chica, en la mesa del fondo, con un pañuelo rojo en el cuello?
-¿Eres Josete?-le respondió la camarera, con un sonrisa perversa en sus labios.
-Sí- respondió el extrañado
-Han dejado esto para ti- le dio un sobre blanco, que ponía “Para Josete, con cariño”
Lo abrió y leyó su contenido.
“Querido Josete
Vaya chasco ¿no?, que gilipollas eres. ¿Te dije que me vengaría por aquel día que me dijiste que era una zorra? ¿No era lo suficiente mujer para ti? ¿Mi coeficiente era bastante simple, verdad? ¿Necesitabas una mujer inteligente a tu lado?
Pedazo de mierda, lo que se siembra se recoge.
Sonia”

Josete se puso rojo como un tomate, las venas del cuello empezaban a hinchársele, los ojos se le inyectaron en sangre. Dio un golpe encima de la barra y se marchó dando un portazo que hizo retumbar todo el local.
-Que pestazo a colonia de niño ¿no?- dijo la abuelita que tomaba el cortado, a la camarera.

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