AMORES PROHIBIDOS

Cuando acabaron de hacer el amor, Javier y César se abrazaron, mirándose a los ojos con ternura.
-Has estado muy bien- dijo Javier.
-Gracias, tu también- le contesto César.
-Te noto raro ¿Te ocurre algo?- Preguntó Javier volviéndose hacia él y acariciándole la cara.
-No se, me noto incomodo con esta situación-le respondió, mirándole a los ojos- Estoy cansado de ir siempre a escondidas.
César se quedo callado, habían tenido muchas veces la misma conversación, y no tenia respuestas que darle, él se encontraba en la misma situación.
-Sabes que no podemos hacer nada más.-le respondió al fin.
-Ya pero estoy cansado, no puedo evitarlo, yo te amo, te quiero con locura y me gustaría gritarlo a los cuatro vientos, no quiero más secretos.-contesto y una lágrima empezó a caer por su mejilla.
-Yo me encuentro igual que tu, sabes cuales son mis sentimientos, pero no podemos hacer nada.
-¡Huyamos! ¡Marchémonos todo lo lejos que podamos y empecemos una vida juntos, donde nadie nos juzgue, ni nos señale!-Volvió a decir César sentándose en la cama.
-No sé, tendríamos que pensarlo bien, no es tan fácil y tú lo sabes. ¿Dónde iríamos?¿de que viviríamos? Son muchas cosas que nos tendríamos que cuestionar.-se sentó al lado de César lo abrazó y le dió un tierno beso.-tengo que marcharme, debemos de pensarlo todo muy bien y tomar la decisión correcta, no te agobies cariño.
-Yo te entiendo, pero entiéndeme tu a mi también, y nunca olvides lo mucho que te quiero.-le contesto César que ya había roto a llorar como un niño.-Haría cualquier cosa por ti y lo sabes.
Javier le secó las lágrimas, le besó la frente y se levantó de la cama. Si seguía más tiempo allí, acabaría haciendo más caso a su corazón que a su cabeza y cometería una locura de la cual pensaba que acabaría arrepintiéndose.
Javier se vistió, se despidió cariñosamente y se marchó con paso acelerado hacía su trabajo.
Se quedó tumbado en la cama, más tranquilo, sin lágrimas, “¿para qué? Se preguntaba, poco podía hacer él más que esperar a que su amado recapacitase y tomase la decisión más acertada para los dos.
Recordaba cuando conoció a Javier, lo enamoró su voz, tan dulce que con tan solo oírla lo cautivó para toda la vida. Recordaba las primeras palabras que le dijo como si fuese ayer:
“-Hermano, ¿has pecado?”
Y aunque el confesionario estaba muy oscuro para poder verle la cara, César sabía que lo iba a amar para toda la vida.


2 comentarios:

colorprimario dijo...

Pues me ha gustado... El desenlace es realmente cojonudo.
En fin, que te voy a contar a ti, que lo has escrito!

Un saludo.

D.

Charlie Slack dijo...

Muchas color primario

Me alegro mucho que te haya gustado

Un saludo

Publicar un comentario

© 2009 - EL COMODIN CHARLIE SLACK | Design: Choen | Pagenav: Abu Farhan Top